Voces narrativas, discursos e intercambio en "Tú, la oscuridad". Por Ana M. Quiroga
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1. Introducción
En el presente trabajo acerca de la novela de Mayra Montero, Tú, la oscuridad, me propongo analizar las particularidades de los discursos de los enunciadores, cómo se manifiesta en ellos el contexto de procedencia y el carácter de las relaciones que se manifiestan en el contacto entre los dos sujetos culturales protagonistas (Víctor y Thierry). También se analizará la expresión de algunas de las relaciones de poder que se traslucen en el texto: la relación centro - periferia (desde el punto de vista simbólico cultural), la opresión política interna en Haití y la dominación masculina en la relación entre los sexos.
2. Los enunciadores. Intercambio, alteridad y transformación de los personajes.
La novela está estructurada en veinte capítulos relatados alternativamente por dos narradores distintos en primera persona. Cada dos capítulos el autor intercala un texto breve, en lenguaje informativo y enunciado en tercera persona, que guarda la forma de un protocolo científico. Cada protocolo compone un micro relato, es decir, narra una historia, situada en tiempo y espacio, bajo el común denominador, en todos los protocolos, de presentar un enigma: la desaparición inexplicable de algún tipo de batracio.
En el relato de Víctor, el científico que viaja a Haití en busca de una especie de rana en peligro de extinción, la Eleutherodactylus sanguineus (grenouille du sang para los haitianos) se observa una actitud introspectiva; el lector conoce a Víctor por lo que éste cuenta sobre sus relaciones, antes que por lo que el narrador expresa sobre sí mismo. En su discurso, los silencios, paradójicamente, ocupan un papel destacado en la comunicación con los otros. En el vínculo con su esposa, Martha, el silencio a veces es recíproco y también se finge no escuchar:
"En Nashville precisamente había surgido la idea de esta expedición, pero no se lo dije"
"Agregó riéndose que había identificado el documento con el nombre de "periplo hindú" y yo disimulé que no la había escuchado"
Por su parte, Martha también hace silencio sobre sus acciones y Víctor interpreta que a la vez ella le demanda silencio a él:
"Martha los guardaba [los billetes de avión] en su maletín y una noche decidió sacarlos y los colocó sobre la mesa grande del estudio, era obvia la intención de que yo los descubriera allí, de que los examinara sin decir palabra y comprendiera"
El tema de los silencios y la imposibilidad de hablar o bajar la voz frente a determinadas situaciones, es evocado por Víctor en hechos de su infancia. En el capítulo Alma de macoute, Víctor relata un sueño infantil donde manifiesta la imposibilidad de hablar:
"Los avestruces me alcanzaban y yo giraba solo dentro del remolino, la boca se me llenaba de plumas, no amarillas sino negras, y con la boca llena ya no podía gritar".
Hay otros episodios en la novela en que el herpetólogo manifiesta la misma imposibilidad. En Pájaros que no conoces, Víctor recuerda la disputa con Martha, en la que ella le reitera, con enojo, que Haití no era un lugar seguro. Víctor no puede responder con palabras y derrama la sopa junto al plato de su esposa. Otro episodio del mismo carácter ocurre cuando intenta escribirle una carta a su padre y no puede. Luego de varios intentos fallidos por escribir, termina por anotar dos palabras que remitían a un juego infantil con el padre y enviarle eso. En ambos casos lo que no se puede decir se actúa o se simboliza de otra manera.
Víctor evoca también el conflicto entre sus padres por el negocio de los avestruces. La madre descalifica la iniciativa comercial del padre, grita, y éste baja la voz . El matrimonio se separa y la mujer culpa de ello a "esos malditos pájaros" , refiriéndose a los avestruces. Es notorio que el mismo conflicto reaparezca en el matrimonio del narrador protagonista, puesto que Martha daba por sentado que Víctor vendería la hacienda cuando la heredara de su padre.
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