Ensayos: Foucault para colorear (Anímese)
Enviado el Tuesday, 25 November a las 02:18:11 por Artnovela |
dervich escribió "
Me hice tiempo para escribir, siempre me hago tiempo.
“Es probable que estas conferencias contengan una cantidad de cosas inexactas, falsas, erróneas. Prefiero exponerlas pues, a título de hipótesis para un trabajo futuro.
Por esta razón, pediría la indulgencia de ustedes y quizá también su maldad. Quiero decir, mucho me gustaría que al final de cada conferencia me expusiesen sus dudas, hicieran preguntas, y me comunicasen sus críticas y objeciones para que, en la medida de mis posibilidades y ateniéndonos a que mi espíritu no es demasiado rígido, pueda adaptarme poco a poco a ellas. De ser así, podremos finalizar estas cinco conferencias con la confianza de haber realizado en conjunto un trabajo o, eventualmente, un progreso”. Este es el primer párrafo de la primera de las cinco conferencias que Foucault llamó “La verdad y las formas jurídicas”. Contempla la filosofía contemporánea como una actitud histórico-crítica: histórica de los eventos que nos llevaron a constituirnos como sujetos, crítica, no trascendental, no metafísica, sino con finalidad genealógica, con método arqueológico. Una actitud experimental que debe someterse a la prueba de la realidad y la actualidad, que debe intentar analizar cómo nos constituimos como sujetos de nuestro saber (eje del saber), como sujetos que ejercemos o soportamos relaciones de poder (eje del poder), como sujetos morales de nuestras acciones (eje de la ética). En resumen, una doctrina, una vida filosófica (un ethos), una forma de filosofar que critica lo que somos (ontología crítica), un análisis histórico de los límites que tenemos y la posibilidad de rebasarlos. En fin, para usar mis propias palabras: aquí. los filósofos del más acá.
Debido a la ingente extensión de los temas tratados en estas conferencias he decido hablar de los más seductores, pero, por supuesto, esta selección ha sido sometida, como en mí es característico, a un riguroso criterio: mi arbitrariedad. Si no tienes tiempo, corre la vista, porque tampoco yo tengo letras para los sin-tiempo. Empecemos pues, que afuera, ya empiezan a hablar de nosotros.
Foucault nos intentará mostrar cómo es que las prácticas sociales pueden llegar a engendrar dominios de saber que no sólo hacen que aparezcan nuevos objetos, conceptos y técnicas, sino que hacen nacer además formas totalmente nuevas de sujetos y sujetos de conocimiento. “Me gustaría mostrar en particular cómo puede formarse en el siglo XIX, un cierto saber del hombre, de la individualidad, del individuo normal o anormal, dentro o fuera de la regla; saber éste que, en verdad, nació de las prácticas sociales de control y vigilancia. Y cómo, de alguna manera, este saber no se le impuso a un sujeto de conocimiento, no se le propuso ni se le imprimió, sino que hizo nacer un tipo absolutamente nuevo de sujeto de conocimiento”.
A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX surge la ‘sociedad disciplinaria’. Es considerado criminal, quien damnifica o perturba a la sociedad (enemigo social) o quien rompe con el pacto social (enemigo interno). Ya el criminal no tenía que ver con la ley divina, natural, religiosa, entonces la ley penal no podía prescribir una venganza, la redención de un pecado, sino que debía hacer pagar el daño en la medida de lo posible (reparar el mal), o evitar que se repita el daño (impedir mal semejante). Podemos citar algunos castigos teóricos según Beccaria o Bentham: la deportación, el trabajo forzado, el impartir vergüenza. Pero ninguno de ellos fue llevado a cabo realmente, como nos señala Foucault. A comienzos del siglo XIX aparece la prisión casi sin justificación teórica. Existía menos interés en la defensa general de la sociedad y más en el control y la reforma psicológica y moral del comportamiento de los individuos. Asoma la peligrosidad: la sociedad considera al individuo ya no sólo por sus actos sino por sus virtualidades. Se separa entonces la justicia (para castigar infracciones) de la policía y otras instituciones (para corregir virtualidades). Esta es la edad de la ortopedia social, del control social. Esta es la sociedad disciplinaria. La podemos representar en el panóptico de Bentham. El panóptico es un sitio en forma de anillo con un patio en su interior y una torre en el centro. El anillo se divide en cámaras (celdas) y en la torre hay un vigilante que ve todo pero no puede ser visto. Estas instituciones valen para hospitales, prisiones, reformatorios, fábricas, escuelas, etc., y según su utilidad, en las celdas se encuentran un enfermo curándose, un prisionero cumpliendo su condena, un obrero trabajando, un niño estudiando. El panoptismo es un tipo de poder que se ejerce sobre la sociedad. He prestado exigua curiosidad para que el colegio donde hice mi secundaria, el pabellón de la facultad de arquitectura, diseño y urbanismo o de ciencias exactas y naturales (me estoy refiriendo a la mismísima universidad de Buenos Aires) o las oficinas que a veces recorro huelan a panoptismo. ¿Pero qué estoy diciendo? Quien ha depurado su olfato, huele a panoptismo, por dondequiera que esté. El panoptismo parte del exámen (de la vigilancia, del control), ya no de la indagación (reconstruir un acontecimiento). El ‘saber’ del exámen verifica la conducta del individuo (si progresa o no), y se organiza alrededor de la norma (determina lo normal, lo anormal, lo correcto, lo incorrecto, lo que se debe hacer, lo que no). Este nuevo ‘saber’ del exámen (de la vigilancia) da origen a las ciencias humanas, tales como la psiquiatría, la sicología, la sociología, etc.
La reclusión del siglo XVIII (que excluye a los individuos del círculo social) se encuentra, ya en el siglo XIX, suplida por el secuestro con banderas de inclusión y normalización (formación y corrección). Estas instituciones de secuestro con poder económico, político, judicial, etc. son aquellas que controlan la dimensión temporal de las vidas. Cómo disfrutamos viendo el rostro del que recién advierte que han comprado su tiempo y le han llamado ‘tiempo de trabajo’, y que han comprado su cuerpo y le han llamado ‘fuerza de trabajo’, y que han comprado sus vacaciones, su ocio, su esparcimiento, sus libros, sus alimentos, sus zapatos...
Sonríe como yo si aún te puedes hacer tiempo para reflexionar sobre estas gangas, y no te desesperes, allí afuera se oye el murmullo sobre otros mundos, pero ya han empezado a hablar de nosotros, los espíritus libres, los filósofos del más acá.
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